viernes, 22 de octubre de 2010

EL TALLER DEL MAESTRO

  • Para los llamados a enseñar

  • Esta semana llevamos a cabo la primera sesión del Taller para maestros y lideres de Escuela Dominical, «El Taller del maestro» en las instalaciones de MiFE, la iglesia donde servimos.

  • El proyecto surgió por la experiencia previa de un Taller para maestros realizado con un grupo de varias iglesias de la localidad -aproximadamente veinticinco maestros y maestras y sus pastores- los cuales nos reunimos durante diez sesiones para charlar, compartir, enseñar y aprender acerca de la Educación Cristiana, el maestro, el alumno y el discipulado que conlleva el trabajo docente en la iglesia a través del ministerio de la Escuela Dominical. El resultado de esta experiencia, agradable y enriquecedora, dio pie a que naciera la inquietud de compartir con otros maestros y maestras, o candidatos a maestros y líderes educadores de otras iglesias, el Taller de Actualización y Capacitación para maestros de Escuela Dominical.


El Taller del maestro, está diseñado para cuatro sesiones, una sesión por semana de aproximadamente dos horas y media de duración bajo una temática definida y bien trazada y donde cada maestro(a) obtiene las correspondientes guías didácticas de cada Módulo. Pero, sobre todo, lo más interesante es que tenemos la oportunidad de convivir con otros que sirven también en el ministerio de la enseñanza en la iglesia local.


Las sesiones incluyen exposiciones por medio de presentaciones power point y videos, así como tiempos para preguntas, y dinámicas de grupos para reforzar lo aprendido a través de talleres. Todas las actividades se realizan bajo la temática de una Pedagogía y Didáctica Aplicada.

lunes, 11 de octubre de 2010

EL MAESTRO COMO CONSEJERO

  • Dejando huella en sus alumnos
  • Al culminar un taller de Pedagogía con un grupo de pastores y educadores, alumnos todos de la Licenciatura en Teología Pastoral, compartía con ellos el hecho de considerar al maestro también en su función como consejero. La pregunta que invitaba a la reflexión fue: «¿Quién no ha sido marcado por la enseñanza de un maestro(a)?»
Siendo sinceros, todos aquellos que estamos inmersos en el quehacer del proceso enseñanza-aprendizaje hemos sido influenciados en nuestro desempeño docente por la huella de un maestro, que por sus lecciones, sus palabras, o su propia vida nos ha marcado la propia. Por ello, y debido a la trascendencia de esta vocación, el maestro ha de esmerarse en su tarea.


Llega el momento, en esa relación maestro-alumno, que el docente se transforma en el consejero a quien el alumno acude esperando encontrar la palabra adecuada, el consejo apropiado, alguna indicación oportuna para resolver tal o cual situación de conflicto, de crisis, o de duda. Situación que se da cuando con el paso del tiempo tanto alumnos como maestro participan como grupo en una interrelación que va más allá de compartir meramente el espacio de un aula.

La valiosa paga o recompensa de la tarea que desarrolla el docente responsable y preocupado por ser eficiente en el aula, es la sola delicia de ser parte de la experiencia del proceso enseñanza-aprendizaje que pueda marcar la vida de su alumno impactando positivamente el rumbo de su vida.



Libro recomendado:

Enseñando para cambiar vidas
Howard Hendricks

domingo, 3 de octubre de 2010

CONSEJERíA PARA CONSOLAR A OTROS

Un ministerio de consolación 

 No hay mejor manera de entender el objetivo de la consejería que mirándolo desde la perspectiva de la consolación. Entiéndase consolación, como la mera actitud comprensiva ante el conflicto existencial que todo ser humano confronta en determinado momento de su existir, que no vida. Porque existir no es vivir, es solo divagar por este mundo sin encontrar el sino de la vida. 

 El hombre sin Dios y sin esperanza carece también de ese consuelo que lo envuelva sin cuestión ni reclamo en los momentos de derrota. Me refiero a ese tipo de consuelo que tiene un origen sobrenatural y que ha de lograr su objetivo, cuando se entrega por el solo hecho de querer consolar. 

 Tan importante es el CONSUELO para Dios, que ante la bien conocida debilidad humana, expresó a sus discípulos: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador. No os dejare huérfanos, vendré a vosotros». Jn.14.16,18. 

 Dios quiere consolarnos y quiere que también consolemos a otros. Que si bien la obra de Cristo trajo a nuestra vida consuelo y salvación, llevemos también a otros la oportunidad de conocer al Dios de toda consolación por medio de una consejería bien dirigida. No en base a nuestro propio razonamiento humano, sino en base al deseo de Dios para todos los que están –estamos- atribulados, es decir, permitiendo que el Espíritu Santo haga su obra perfecta. 

 Para ello hemos de ser capaces de centrar nuestro discurso homilético en una predicación enfocada desde la perspectiva de la consolación, y hacer a un lado la tónica exhortativa y condenatoria que no ayuda mucho a la restauración del que llega atribulado en busca de consuelo y de paz.

 Analicemos  la importancia de la consolación –objetivo inicial de la consejería- según el pensamiento de San Pablo: 
 
2 Corintios 1 
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. 6 Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. 7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación