CANSADOS PERO ALEGRES
Cuando estamos inmersos en dificultades, la vida continúa, y su ciclo no se detiene. Lo cierto es que cuando estamos en problemas, quisiéramos volar y traspasar los días, apresurar el tiempo para dejar atrás la ocasión que nos aflige. Pero, el día sigue teniendo veinticuatro horas que tenemos que pasar, no se pueden esfumar como un relámpago. Ante el panorama desalentador de nuestros días, y a pesar de todo tenemos que continuar; ese es el desafío.
Persistentes en la carrera
No nos debe parecer algo
sobresaliente, el seguir adelante. Sobre todo si reconocemos que por
generaciones eso ha sido el devenir de la humanidad. Lo que si tenemos que
pensar, y pensar bien, es en cobrar fuerzas, levantarnos y avanzar. Estoy
seguro que, al igual que a mí, en tu personal historia familiar, aquellos que
te antecedieron pasaron por situaciones adversas. Algunas de ellas tuvieron
solución, pero otras, quizás, requirieron más esfuerzo para lograr vencerlas. Nosotros también hemos pasado
por adversidades, y entre pérdidas
y ganancias la vida nos ha enseñado que todo tiene su tiempo
(Eclesiastés 3). Hoy, esas
experiencias, se han convertido en lecciones que nos alientan a seguir
persistentes en la carrera de la vida.
El cansancio
Ruth Haley Barton define el “cansancio peligroso” cuando los seres
humanos manifestamos: irritabilidad/hipersensibilidad,
desasosiego, trabajo compulsivo, insensibilidad emocional, comportamiento
escapista, o descuido en nuestras tareas. Desde esa perspectiva, el cansancio
nos limita para cumplir nuestras responsabilidades, descuidamos las cosas más
importantes y nos sentimos abrumados, sin poder avanzar. El cansancio puede
producir en nosotros un profundo desaliento, cuando nuestro entorno nos hace
sentirnos impotentes para enfrentar las incertidumbres o injusticias de la
vida.
Hoy, nuestro pensamiento debe
estar centrado en avanzar, a pesar del cansancio físico, mental o espiritual.
Avanzar día a día, aun si estamos agobiados y sentimos que el problema
sobrepasa nuestro esfuerzo. Aprovechemos las veinticuatro horas del día para
hacer aquello que beneficie a los seres que amamos. Hagamos la tarea,
realicemos nuestro trabajo con alegría aunque nos cansemos, que luego vendrá la
recompensa. Tracemos planes, evaluemos, actuemos, vivamos, compartamos,
aprendamos a vivir una nueva vida. ¿Por qué no? Hay que vencer el cansancio y
el miedo para poder seguir adelante.
El profeta de la esperanza, nos
alienta: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo
soy tu Dios. Te fortaleceré, y te ayudare; te sostendré con mi diestra victoriosa”
(Isaías. 41:10).