DEPRESIÓN: UN MAL MODERNO
Vivir en estos tiempos produce, a diferentes niveles, desajustes fisiológicos y emocionales que afectan la conducta. La vida está llena de tensión a causa de la preocupación y ansiedad ante las actuales circunstancias. La salud es lo primero que está en mente. Conservar la salud es difícil.
La depresión, anunciada de antemano como la enfermedad del siglo XXI, es la principal causante de la desesperanza. El así llamado “mal moderno”, como se la conoce a la depresión, afecta a una gran mayoría de los seres humanos.
Ausencia de placer (anhedonia)
Podemos decir que la depresión está presente cuando nuestro estado de ánimo se convierte en un factor que no nos permite producir a través del trabajo y/o estudio, cuando no nos permite disfrutar de las actividades como salir, platicar, divertirnos; o cuando no nos permite relacionarnos con los demás ya que preferimos el aislamiento. En resumen, cuando en vez de disfrutar la vida, esta se convierta en algo que no causa placer, o se vuelva una carga o una tortura, la depresión está presente.
La depresión es un tipo de trastorno del estado del ánimo que está ocupando lugares estadísticos importantes, de acuerdo al reporte anual de salud de la Organización Mundial de la Salud 2020 (OMS) y se espera que ocupe un segundo lugar, adelantado únicamente por las cardiopatías isquémicas, pero superando a todas las demás enfermedades como el cáncer y el SIDA principales causas de muerte de las sociedades occidentales.
Datos y cifras
- La depresión es un trastorno mental frecuente.
Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.
- La depresión es la principal causa mundial de
discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial
general de morbilidad.
- La depresión afecta más a la mujer que al
hombre.
- En el peor de los casos, la depresión puede
llevar al suicidio.
- Hay tratamientos eficaces para la depresión.
(De la Garza, Fidel. Depresión, Angustia y Bipolaridad. Trillas, México. 2005)
La esperanza vence a la desesperanza
Hal Lindsey escribió: El hombre puede sobrevivir alrededor de cuarenta días sin comida, alrededor de tres días sin agua, alrededor de ocho minutos sin aire… pero solo por un segundo sin esperanza.
Como un viento a nuestro favor y que nos impulsa en medio de tanta adversidad, así es la esperanza. Las palabras de San Pablo nos alientan al recordarnos esa verdad… “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. (1 Co. 13:13)
Podemos notar que la esperanza, tal parece, es inquebrantable cuando está rodeada de fe y amor. En realidad, es el mejor alivio que podemos tener, pues la esperanza puesta en Dios ahuyentará la desesperanza de nuestra vida. La cuestión es, entonces, aprender a retener la esperanza. Abrazarla, mantenerla, avivarla a pesar de las adversidades, con fe y amor.
Consuelo único y eficaz
Todos aquellos que viajan por el túnel de la depresión, han de saber que no están solos para enfrentar la batalla. Dios no abandona nunca. En su respectiva ubicación, el auxilio de las ciencias (medicina, psicología) son complemento para proveer la ayuda necesaria a las personas que pasan por estados depresivos.
Cada persona debería aprender a valorar la vida, pues tiene origen divino. Por lo tanto, el suicidio no debe ser nunca “la solución” a los problemas de la vida por muy difícil que ésta nos parezca. Debemos aceptar que vamos de paso por este mundo “como extranjeros y peregrinos”, según Hebreos 11:13. Por lo tanto, lo que aquí suceda no nos debe afectar a tal grado de optar por el suicidio para la solución del conflicto.
Consideremos y recordemos
siempre la promesa de Dios cuando pensemos que ya no podemos levantarnos:
“Echa
sobre Jehová tu carga y él te sostendrá;
No dejara
para siempre caído al justo.” (Salmos 55:22)
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