El apóstol Pablo nos deja ver la
importancia de la preparación continua
como ministros. Es una exhortación muy puntual desde la perspectiva de
los tiempos que vivimos.
14 No descuides del don que hay en ti, que te
fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.
15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas,
para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.
16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina;
persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te
oyeren. (1 Timoteo 4. 14-16)
1. “No descuides el don que hay en ti”.
Pablo deja muy en claro que lo que hacemos como ministros y ministerios no es
de nosotros. El don proviene de Dios. Si de alguien hemos escuchado el
llamado es solo de Dios, quien nos otorga el privilegio de ser sus ministros
con un ministerio muy específico: el ministerio de la reconciliación (2 Co.5.18).
Dios confirma ese ministerio con la imposición de manos de los pastores.
2. “Ocúpate en estas cosas”. Lo que
infiere un beneficio ocupacional. El ministro no ha de estar ocioso, por
cuanto ha de cumplir la tarea encomendada. Si existe una real satisfacción en
la vida ministerial es aquella que involucra
el cumplir con alegría el mandato y así estar ocupados en la viña del Señor.
3. “Permanece en ellas”. El objetivo
incluye también llegar a ser de beneficio a la comunidad: “para que tu aprovechamiento sea manifiesto
a todos”. Muchas veces el ministro no se enfoca en una visión de asistencia
a la comunidad porque no se capacita.
4. “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”.
Aquí podemos notar el beneficio ministerial. Que nuestra labor sea
llevada a cabo con tal cuidado para no permitir que la enseñanza, la predicación,
el ministerio que ejercemos sea adulterado.
5. “Persiste en ello”. Sin descansar. Mantenernos
constante en esa preparación continua, persistir, y avanzar con el fin
de lograr alcanzar el objetivo. En palabras del apóstol Pablo: “… sigo adelante, a fin de poder alcanzar
aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús” (Fil. 3.12).
Desde aquí les animo a seguir
adelante preparándonos y capacitándonos para que nuestro ministerio sea más
eficiente, hasta alcanzar el objetivo final. Mientras tanto hemos de persistir
en aquello.
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