Perder para ganar. Tal debiera ser la lección más
primaria de la vida. Aprender que cuando pierdo, gano. Y si pierdo para ganar
entonces no es tan malo perder; como luego parece ser en los momentos
conflictivos de la vida. En realidad la vida si nos da esa primera lección: que
un nuevo ser al nacer tiene que perder el confortable ambiente que lo arropa
durante nueve meses, y luego sentir el aire que lo envuelve en la pura realidad
de la vida que comienza a vivir. Perder para ganar, es la primera lección de la
vida.
Luego, al
pasar el tiempo, que tiene en si su avance natural, se nos olvida esa primera lección.
Es entonces cuando comenzamos a experimentar las pérdidas naturales de la vida
tan necesarias para nuestro buen desarrollo y crecimiento; son experiencias que
no logramos ver como pérdidas reales debido que nadie nos lo explica de esa
manera. Todo tiende a suprimir la angustia, el temor, el desequilibrio que
implica enfrentar el dolor, y se suele decir: “todo va a estar bien…”, “no es
gran cosa…”, “no llores…”, “pronto pasará…”, etc. En lugar de reconocer la pérdida
como tal, lamentarse y sufrir el dolor de dicha pérdida, pasar por el duelo
correspondiente y aprender así a recuperarse de aquello que nos ha causado tal
dolor.
Nuestro mundo
actual trata de hacer resaltar más los éxitos, logros y reconocimientos, antes
de confrontar una realidad que nos aflige. Se barnizan los hechos negativos,
para hacer parecer mejor la realidad que se vive. Lo que me hace pensar: ¿es
eso realmente vivir? Considero que es necesario investigar lo que realmente
implica el vivir para llegar a entender que necesitamos perder para ganar, y
que necesitamos enfrentar nuestras pérdidas, avanzando un día a la vez.
Admiro el valor
del rey David, él no se quedó callado ante la incertidumbre de la vida. Se atrevió
a confrontar que la vida tiene un final. Reconoció que solo Dios es quien conoce
nuestros tiempos, los límites de nuestra habitación (Hechos 17:24-27). Así,
pudo aceptar la brevedad de la vida y pudo llegar a concluir acerca del
verdadero valor de la vida.
Le invito a
meditar en las palabras que él plasmó en el Salmo 39, palabras que brotan desde
el fondo de su corazón:
Salmo 39
(Traducción en lenguaje actual)
4 Dios mío,
hazme saber cuál será mi fin,
y cuánto tiempo me queda de vida;
hazme saber cuán corta es mi vida.
5 Me has dado una vida muy breve,
¡tan breve que no es nada para ti!
¡Nadie dura más que un suspiro!
6 Nuestra vida es pasajera;
de nada nos sirve
amontonar riquezas
si al fin y al cabo
otros se quedarán con ellas.
Libro recomendado: "Expedientes del Dolor", Juan Constantino. -poesía tanatológica- Amazon.com. USA, 2017.
hazme saber cuál será mi fin,
y cuánto tiempo me queda de vida;
hazme saber cuán corta es mi vida.
5 Me has dado una vida muy breve,
¡tan breve que no es nada para ti!
¡Nadie dura más que un suspiro!
6 Nuestra vida es pasajera;
de nada nos sirve
amontonar riquezas
si al fin y al cabo
otros se quedarán con ellas.
Libro recomendado: "Expedientes del Dolor", Juan Constantino. -poesía tanatológica- Amazon.com. USA, 2017.
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