martes, 28 de abril de 2020

PANDEMIA Y LA ORACIÓN


CORONAVIRUS: ¿QUÉ HAREMOS?
Tiempos de pandemia
El Distanciamiento Social Virus - Imagen gratis en Pixabay


Quizá muchos están aletargados, adormecidos, inactivos a pesar del riesgo de la pandemia. Se la viven como un sueño esperando que al despertar todo seguirá igual que antes. Se ha dicho que la nostalgia hace peso a lo largo de este aislamiento social. Ayer, luego de una semana de no salir, encontré mucha gente en la calle y pude percibir como a través del activo transitar por todos lados, queriendo vernos importantes haciendo algo cotidiano (ir al banco donde hay una barrera de distancia desde donde te atienden, o ir al supermercado guardando nuestra distancia por la propia seguridad, u otros en la fila de la ventanilla de una taquería o restaurante…), a pesar de todo, la nube de ansiedad no tiende a desparecer; aunque todos quisiéramos que sí. Nadie lo expresa, pero todos lo están diciendo muy en su interior: “¡Ya es tiempo de volver a la normalidad de antes!”. La nostalgia nos aproxima, aunque el confinamiento nos distancia, mínimo dos metros.

¿Qué haremos?
Debemos despertar: nada habrá de volver a la “normalidad de antes”. ¿Por qué lo digo? Pensemos un poco en lo siguiente:
-Si no ahora, después, habremos de estar conscientes de lo efímero que es la vida. Si no aprendemos esto, quizá no hemos aprovechado un momento real durante este confinamiento.
-Por consecuencia, lo anterior nos ha de llevar a pensar en el destino de esta vida; de tu vida, de mi vida.
-Lo cual nos tiene que hacer reflexionar en si acaso nos hemos interesado en trabajar o forjar lo que queremos que sea un destino para nuestra vida, y la pregunta importante ha de ser: "¿tiene un objetivo mi vida?" 
-A través de todo este ejercicio existencial tendremos la oportunidad de ser transformados, si bien como sociedad, mejor aún: esta es y será nuestra oportunidad de ser transformados individualmente en nuestro interior.

Todo esto quiere decir que, más allá de emocionarnos con el tiempo en que habremos de “volver a la normalidad”, hemos de estar conscientes de aprovechar el tiempo para dejarnos ser transformados en nuestra espiritualidad. La vida no la podemos definir solamente desde una perspectiva material. En el tiempo actual la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) da importancia y trata de atender al ser humano desde una perspectiva biopsicosocial y espiritual:

Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud, en un informe de 1990 sobre cómo abordar el tratamiento del dolor en pacientes con cáncer, recomendaba tener en cuenta las necesidades espirituales de ese tipo de pacientes (OMS, 1990: 51).

P. T. Alpert, en su artículo “Spirituality Goes Beyond Religiosity: A Much Needed Practice in Nursing” (2010), cita diversos estudios que demuestran que las diferentes prácticas espirituales y religiosas (orar, meditar, la vida de fe, etc.) influyen positivamente en la salud de las personas. Algunos ejemplos son estos: la práctica religiosa puede asociarse con la reducción de los síntomas de depresión, ansiedad y estrés (estudio de Ano y Vasconcelles, 2005); la probabilidad de sobrevivir a determinadas enfermedades es un 29% más alta en personas con alguna práctica espiritual habitual (investigación de McCullough, Larson, Hoyt, Koening y Thoresen, 2000); el sistema inmunitario en un grupo de personas con VIH es más fuerte en aquellas con un cuidado espiritual o religioso (estudio de Pargament, McCarthy, Shah, Ano, Tarakeshwar, y Wachholtz, 2004); la práctica de la oración mejora la salud en pacientes con una enfermedad coronaria y ayuda a aumentar los porcentajes de supervivencia en niños con leucemia (estudio de Townsend, Kladder, Ayele, y Mulligan, 2002) (Alpert, 2010, p. 141).  Revista  Iberoamericana  de  Bioética / nº 08 / 01-11 [2018] [ISSN 2529-9573] La espiritualidad en la humanización de la asistencia sanitaria file:///C:/Users/USER/Downloads/8862-Texto%20del%20art%C3%ADculo-20822-1-10-20181022.pdf

Cito lo anterior solo para resaltar la importancia y valor del ser humano. Somos seres espirituales. Lo cual deja en segundo término las cosas materiales para poner en primer lugar el ser en su totalidad.

¿Qué haremos? 
Anhelo que durante y al fin de este confinamiento nuestra salud física esté protegida y en buen estado. A la vez, que aprendamos a lograr la sanidad interior ante el sufrimiento (el duelo ha de cumplir su ciclo) y, que obtengamos la fuerza (resiliencia) en el ámbito personal, familiar o comunitario, que nos impulse a enfrentar los nuevos desafíos post-pandemia en el marco social al cual pertenecemos. 

Lo más importante
Nuestra sociedad crece cuando nosotros crecemos a nivel personal. Pero, el desafío más grande, y de manera individual, será alcanzar un crecimiento espiritual como resultado de haber cambiado nuestra perspectiva de la vida, por el conocimiento de que Dios es quien tiene el control de toda situación y circunstancias en el mundo, hoy y siempre. 
Un puntual análisis de Salmos 62 merece el esfuerzo.

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