CORONAVIRUS: ¿QUÉ HAREMOS?
Tiempos de pandemia
Quizá muchos
están aletargados, adormecidos, inactivos a pesar del riesgo de la pandemia. Se la
viven como un sueño esperando que al despertar todo seguirá igual que antes. Se
ha dicho que la nostalgia hace peso a lo largo de este aislamiento social.
Ayer, luego de una semana de no salir, encontré mucha gente en la calle y pude
percibir como a través del activo transitar por todos lados, queriendo vernos
importantes haciendo algo cotidiano (ir
al banco donde hay una barrera de distancia desde donde te atienden, o ir al
supermercado guardando nuestra distancia por la propia seguridad, u otros en la
fila de la ventanilla de una taquería o restaurante…), a pesar de todo, la
nube de ansiedad no tiende a desparecer; aunque todos quisiéramos que sí. Nadie
lo expresa, pero todos lo están diciendo muy en su interior: “¡Ya es tiempo de
volver a la normalidad de antes!”. La nostalgia nos aproxima, aunque el
confinamiento nos distancia, mínimo dos metros.
¿Qué haremos?
Debemos
despertar: nada habrá de volver a la “normalidad de antes”. ¿Por qué lo digo?
Pensemos un poco en lo siguiente:
-Si no ahora,
después, habremos de estar conscientes de lo efímero que es la vida. Si no
aprendemos esto, quizá no hemos aprovechado un momento real durante este
confinamiento.
-Por
consecuencia, lo anterior nos ha de llevar a pensar en el destino de esta vida;
de tu vida, de mi vida.
-Lo cual nos tiene que hacer reflexionar en si acaso nos hemos interesado en trabajar o forjar
lo que queremos que sea un destino para nuestra vida, y la pregunta importante ha de ser: "¿tiene un objetivo mi vida?"
-A través de
todo este ejercicio existencial tendremos la oportunidad de ser transformados,
si bien como sociedad, mejor aún: esta es y será nuestra oportunidad de ser
transformados individualmente en nuestro interior.
Todo esto
quiere decir que, más allá de emocionarnos con el tiempo en que habremos de
“volver a la normalidad”, hemos de estar conscientes de aprovechar el tiempo
para dejarnos ser transformados en nuestra espiritualidad. La vida no la podemos
definir solamente desde una perspectiva material. En el tiempo actual la
misma Organización Mundial de la Salud (OMS) da importancia y trata de atender
al ser humano desde una perspectiva biopsicosocial y espiritual:
Por ejemplo, la Organización Mundial de la
Salud, en un informe de 1990 sobre cómo abordar el tratamiento del dolor en
pacientes con cáncer, recomendaba tener en cuenta las necesidades espirituales
de ese tipo de pacientes (OMS, 1990: 51).
P. T. Alpert, en su artículo “Spirituality Goes
Beyond Religiosity: A Much Needed Practice in Nursing” (2010), cita diversos
estudios que demuestran que las diferentes prácticas espirituales y religiosas
(orar, meditar, la vida de fe, etc.) influyen positivamente en la salud de las
personas. Algunos ejemplos son estos: la práctica religiosa puede asociarse con
la reducción de los síntomas de depresión, ansiedad y estrés (estudio de Ano y
Vasconcelles, 2005); la probabilidad de sobrevivir a determinadas enfermedades
es un 29% más alta en personas con alguna práctica espiritual habitual
(investigación de McCullough, Larson, Hoyt, Koening y Thoresen, 2000); el
sistema inmunitario en un grupo de personas con VIH es más fuerte en aquellas
con un cuidado espiritual o religioso (estudio de Pargament, McCarthy, Shah,
Ano, Tarakeshwar, y Wachholtz, 2004); la práctica de la oración mejora la salud
en pacientes con una enfermedad coronaria y ayuda a aumentar los porcentajes de
supervivencia en niños con leucemia (estudio de Townsend, Kladder, Ayele, y
Mulligan, 2002) (Alpert, 2010, p. 141). Revista Iberoamericana de Bioética / nº 08 / 01-11 [2018] [ISSN 2529-9573] La
espiritualidad en la humanización de la asistencia sanitaria file:///C:/Users/USER/Downloads/8862-Texto%20del%20art%C3%ADculo-20822-1-10-20181022.pdf
Cito lo
anterior solo para resaltar la importancia y valor del ser humano. Somos seres
espirituales. Lo cual deja en segundo término las cosas
materiales para poner en primer lugar el ser
en su totalidad.
¿Qué haremos?
Anhelo que durante y al fin de este confinamiento nuestra salud física esté protegida y en buen estado. A la vez, que aprendamos a lograr la sanidad interior ante el sufrimiento (el duelo ha de cumplir su ciclo) y, que obtengamos la fuerza (resiliencia) en el ámbito personal, familiar o comunitario, que nos impulse a enfrentar los nuevos desafíos post-pandemia en el marco social al cual pertenecemos.
Lo más importante
Nuestra sociedad crece cuando nosotros crecemos a nivel personal. Pero, el desafío más grande, y de manera individual, será alcanzar un crecimiento espiritual como resultado de haber cambiado nuestra perspectiva de la vida, por el conocimiento de que Dios es quien tiene el control de toda situación y circunstancias en el mundo, hoy y siempre.
Un puntual análisis de Salmos 62 merece el esfuerzo.
Anhelo que durante y al fin de este confinamiento nuestra salud física esté protegida y en buen estado. A la vez, que aprendamos a lograr la sanidad interior ante el sufrimiento (el duelo ha de cumplir su ciclo) y, que obtengamos la fuerza (resiliencia) en el ámbito personal, familiar o comunitario, que nos impulse a enfrentar los nuevos desafíos post-pandemia en el marco social al cual pertenecemos.
Lo más importante
Nuestra sociedad crece cuando nosotros crecemos a nivel personal. Pero, el desafío más grande, y de manera individual, será alcanzar un crecimiento espiritual como resultado de haber cambiado nuestra perspectiva de la vida, por el conocimiento de que Dios es quien tiene el control de toda situación y circunstancias en el mundo, hoy y siempre.
Un puntual análisis de Salmos 62 merece el esfuerzo.