martes, 1 de septiembre de 2020

PANDEMIA Y CUESTIONAMIENTOS

 

CORONAVIRUS: CUANDO EL SILENCIO HABLA

Tiempos de pandemia

 Amanecer, Timijiraque – Updated 2020 Prices

Cuando el silencio habla

A estas alturas, ¿cómo interpretar la realidad de nuestros días? Sobran opiniones. Quizás es mejor el silencio… Y el silencio habla muy adentro… cuestiona…

¿Habrá algún beneficio por sobre esta pandemia?

¿Qué será del mañana? ¿Tendrá un final esta crisis? ¿Aumentará la pobreza? ¿Se restablecerá la economía? ¿Desaparecerán más empresas? ¿Surgirá más violencia? ¿Qué haremos con todo este problema? ¿Avanzaremos en la adversidad? ¿Se reivindicará la salud social? ¿Volverán los gobiernos con credibilidad? ¿Cuántos héroes en la cuenta final? ¿Estarás tú, estaré yo? ¿Habremos de superar el dolor? ¿La nostalgia habitará en el futuro? ¿Quizás el temor, la prisión, un desierto, o la vida? Y tú… ¿en cuál habitación te hospedarás?

¿Se podrá renovar nuestro interior? ¿Alcanzaremos mayor discernimiento? ¿Abrazaremos la inteligencia para no sucumbir? ¿Desecharemos nuestros actos fallidos? ¿Lograremos nuestras metas? ¿Emprenderemos el desafío? ¿Rescataremos la paz? ¿Compartiremos las oportunas alegrías? ¿Continuará la amistad? ¿O cambiará nuestra manifestación del afecto? ¿Podremos abrazarnos alguno de estos días? ¿Compartiremos la cercanía ausente? ¿Descubriremos nuevas emociones? ¿Dónde quedará la fe? ¿Existirá la esperanza? ¿Por fin aprenderemos el valor del amor?

La nueva realidad

¿Superaremos el dolor? Sin duda. A través de la historia el ser humano lo ha demostrado. No es la primera tragedia que la humanidad ha tenido que enfrentar o padecer y, desde el abatimiento, sacar fuerzas para curar las heridas. La gran diferencia, ahora, es que el dolor se ha globalizado. Hoy, nosotros hemos de renacer a una nueva realidad, que no “nueva normalidad”. ¿Cuál es esa nueva realidad?

La tenemos que identificar en sus dos aspectos. Primero, desde la perspectiva social, pues a este nivel se han afectado sus más firmes columnas capaces de dar el soporte necesario y requerido para su propio avance y desarrollo. Me refiero a una economía por demás inestable, y a la fuerza laboral que la sustente. Tal impacto ha tenido la enfermedad del Covid-19, el daño ha sido directamente proporcional, y es de lamentarse.  También, habremos de identificar esta realidad desde una perspectiva personal, pues es la persona, el individuo en todos los aspectos de la vida, quien estará luchando por adaptarse a una nueva realidad. Hablamos de cambios de comportamiento en ambos aspectos, tanto en lo social como en lo personal.

En resumen, la nueva realidad implica un cambio de hábitos, un cambio en el estilo de vida, la revalorización de las relaciones interpersonales, optar por una nueva asimilación de valores que beneficien nuestro desarrollo como seres humanos (desde la perspectiva biopsicosocial y espiritual). Así como, una nueva visión de la economía, un nuevo enfoque en el cuidado de la salud, una nueva perspectiva en cuanto a la productividad empresarial y todos los aspectos que implica la interacción laboral. Desde el aspecto del bienestar social, habremos de considerar la importancia del contacto con la naturaleza y el contacto con nuestros seres queridos. Por supuesto, una nueva conciencia en el cuidado de la salud, física y emocional, nos será de vital importancia.

Una respuesta antigua

La voz que resuena en el pasado nos descubre una de las realidades de la vida:

“Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos, 

Siendo nuestros días sobe la tierra como sombra.” (Job 8:9)

En cierta manera nos advierte que el ser humano es finito. Comparado con la infinitud de Dios ciertamente quedamos en el ayer, y del ayer infinito nada sabemos. La humanidad queda así, ante el panorama universal, como una sombra. Nada sabemos, y por más preguntas que podamos plantearnos, las respuestas están más allá de un simple ejercicio de réplica. Ante ello, es mejor el silencio acompañado de fe, esperanza y amor, que al fin de cuentas es lo que permanece hoy y siempre:

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,

estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1 Co. 13:13)

Lo único que nos quedaría por hacer, es reconocer que con la fuerza del amor todo se puede. El engranaje del amor en cada aspecto de la vida humana es indispensable, irremplazable e invaluable. De forma inmediata podemos deducir entonces que solo el amor expresado en cada acto, y a través de nuestra limitada humanidad, ha de ser la mejor y pertinente respuesta, por su preeminencia. Tal respuesta, vale más que todas las respuestas que podamos establecer desde nuestra limitada capacidad de reflexión.