jueves, 22 de diciembre de 2011

CONSEJERÍA A LA FAMILIA

Familias que practiquen la fe

Cuando Dios concibió la primera familia la concibió a la luz de la fe. La fe, por encima de los demás valores espirituales se eleva gradualmente hasta hacerse notar como lo más valioso que Dios nos ha otorgado, y es que “… sin fe es imposible agradar a Dios, pues es necesario que el que se acerque a Dios crea que le hay…” (Hebreos 11.6). 

En otras palabras, si no tenemos fe en Dios no podemos tener comunión con El. Se necesita fe para agradar a Dios, y ese “agradar” incluye tantas cosas: obedecerle, servirle, buscarle, alabarle, imitarle, escucharle, aceptarle, proclamarle, recibirle, amarle, anhelarle, seguirle, adorarle. 

Desde otra perspectiva, también se necesita fe para presentarse delante de él, para confiar en él, para sufrir por él, para poner la otra mejilla, para devolver bien con mal, para no juzgar, para amar, para recibir no solo el bien sino también el mal (Job 2.10). 

 La fe está en todo, por todo y para todo,por ello es tan condicionante en los asuntos de Dios. Si enfocamos la práctica de la fe en los asuntos cotidianos lo más cercano que tenemos a la mano es la relación familiar. 

Hemos de esperar, entonces, que la fe esté involucrada en esos íntimos asuntos familiares, donde se dan las relaciones entre esposo y esposa, entre padres e hijos, entre hermanos(as), entre los más cercanos familiares. Una vez que hemos creído en su salvación, Dios espera que la primera demostración de la fe se exprese en familia. No en balde le dijo Jesús al gadareno: “Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti” (Mr.5.19). 

 Dios concibió la primera familia para expresar la fe del Salvador, y desde el pesebre y para el mundo el cántico se ha tornado inolvidable: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Lc.2.14). __________________________________________


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